LIVIO ABRAMO

Hijo de padres italianos de origen sefaradí, se mudó y vivió en Paraguay y fue en este país donde desarrolló la etapa madura de una obra que hoy es considerada emblemática en las artes visuales alrededor del mundo.

Con el premio mayor de grabado obtenido en 1950 le fue posible viajar, durante casi dos años a Europa en compañía de su hija Larissa, y de visitar los principales museos europeos. 

Fue periodista durante 33 años e intercaló la actividad artística con la actividad periodística y sindical. Por ello fue detenido varias veces. 

Según sus propias palabras: «Soy dibujante, grabador y expreso a la pintura por medio de la acuarela. Soy enteramente autodidáctico en arte. Mis primeros grabados y diseños coincidieron con mi actividad política y social y tuvieron corte nítidamente expresionista».

El primer contacto entre Livio Abramo y el paisaje físico y cultural del Paraguay data de septiembre de 1956. Invitado por el instituto Cultural Paraguay Brasil, expone sus obras en Asunción y dicta conferencias sobre temas artísticos. Por entonces Abramo era un artista reconocido en su país y el exterior .

Las derivaciones de aquella primera visita irían más allá de lo que cabría esperar de una exposición: La empatía que despertó la muestra -y la propia personalidad del artista- motivó que le solicitaran un curso breve de grabado (que fue el origen del Taller de Grabado del Centro de Estudios Brasileños, donde por espacio de medio siglo se formaron varias generaciones de artistas locales, hasta su reciente clausura por Itamaraty, a inicios del presente año)

«Se ha dicho que soy uno de los exponentes del «realismo fantástico» brasileño. En verdad nunca –a no ser por brevísimos momentos en mis comienzos artísticos- me he preocupado con etiquetas. Creo pertenecer a esa gran corriente que desde los artistas de la prehistoria hasta nuestros días tiene a lo natural como fuente de inspiración.»

Livio Abramo

En fecha posterior a 1956 el artista retorna al Paraguay en varias oportunidades y en 1962 se establece definitivamente en el país, como jefe del Sector de Artes de la entonces Misión Cultural Brasileña- cargo que ocuparía hasta su deceso, ocurrido en 1992. En ese puesto desplegó Abramo –a más de la docencia citada- una prolongada y significativa actividad de preservación, difusión y valoración del patrimonio cultural paraguayo; Sea del arte sacro misionero colonial , o de expresiones visuales de la cultura popular rural e indígena. 

Si a lo anterior sumamos el desarrollo de su propia obra (en particular la referida al paisaje que aquí nos ocupa) entendemos que la extensión y variedad de su aporte al Paraguay requiere reseñarlo, al menos, desde una triple óptica. Más en concreto: Desde una esquemática descripción de su obra previa; A partir de breves datos del escenario cultural paraguayo que lo recibiera, y; Finalmente, desde la influencia ejercida por dicho medio y los diversos cruzamientos que –según entendemos- desde allí el artista propuso en sus trabajos, durante más de tres décadas.

Fuente: Wikipedia

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